La evolución de un individuo con una glotonería desmesurada. Primera película íntegramente producida por ordenador.
La Faim (Peter Foldes, 1974)
Primera parte YouTube
La Faim (Peter Foldes, 1974)
Segunda parte YouTube
Premio del jurado de Cannes 1974. Primera animación por ordenador nominada al Oscar. Producida por National Film Board of Canada.
¿Cuántas veces nos ha dado la sensación de que nos pasamos la vida comiendo, que después de desayunar ya es la hora de comer, y que enseguida tenemos que cenar? Claro está que la alimentación es una necesidad básica del ser humano, pero en Occidente la cosa va más allá: nos atreveríamos a decir que estamos sobrealimentados y que a menudo comemos de forma excesiva y hasta obsesiva. Y si no, salgamos a la calle y constatemos el nivel de sobrepreso de nuestra población. Por algo será que la Gula es uno de los pecados capitales.
Nuestra vida sedentaria y aburrida parece que nos obliga a ingerir regularmente cualquier sustancia. Esto es retratado por Foldes: un hombre en su oficina va picando compulsivamente mientras trabaja. Efectivamente, la inactividad física despierta el apetito. De hecho, lo único activo en el protagonista es el hambre, ya que su triste existencia se reduce a nada más que comer.
Nuestro entorno se adapta implacablemente a esta imperante necesidad de comer a todas horas. Estamos rodeados de establecimientos que nos ofrecen comida las veinticuatro horas del día: desde los badulaques hasta las máquinas de vending. Esta adaptabilidad se hace patente de forma extraordinaria en la animación del filme: el propio protagonista, por ejemplo, se convierte en el coche que le conducirá a la tienda de delicatessen, y así sucesivamente.
Mientras que antes el sobrepeso se relacionaba con el éxito y la riqueza, ahora estar gordo es sinónimo de pereza, de falta de disciplina, de indulgencia y hasta de fracaso. No hace falta decir que este es el caso de nuestro protagonista. Incluso prioriza la comida por encima del sexo. Para ser más concretos, fruto de los delirios de su empache -¿cómo no va empacharse comiendo literalmente como una excavadora?- el hombre imagina, en una ocasión, que la mujer se convierte en un helado y, en otra, en ollas. Aterrador.
Quizás el filme de Foldes resulte excesivamente moralista en su final, siendo el protagonista devorado por una tribu famélica -aunque para la sociedad de 1974 esto supondría una crítica punzante. A nuestro parecer, bastaba con acabar cuando se toma las pastillas. No negaremos que comer es un gran placer, pero por favor, no olvidemos que los placeres se convierten en algo enfermizo cuando se abusa de ellos. Y, ¿qué más triste que tener que tomar pastillas para algo que con un poco de cordura se puede solucionar?
Emilia Fort
junio 2009